domingo, 9 de noviembre de 2014

Amor, odio y ganas de arrancarte la ropa.

Una mezcla entre amor, odio y ganas de arrancarte la ropa. Eso era lo que sentía cada vez que te veía, o quizá lo siga sintiendo, pero el dolor lo ha cambiado todo. Te quería a ti y me odiaba a mí por hacerlo. Y de las ganas de quitarte la ropa es mejor no hablar, qué voy a decir que no hayan dicho ya mis ojos cuando te cruzas en su camino. Era todo demasiado fácil y demasiado complicado para que pudiéramos sacar algo en claro. Era un caos, como este puñado de letras que no dicen nada, un caos al que no queríamos poner orden o al que quizá temíamos ordenar. Tal vez nuestro problema fue conformarnos con el primer "no" en vez de buscar el décimo noveno "sí".  O a lo mejor era tan sencillo como que, en realidad, no queríamos encontrar un "nosotros". Dicen que hay cosas que no pueden ir unidas, como la vida y la muerte o el blanco y el negro, y tú y yo decidimos no estarlo.

domingo, 19 de octubre de 2014

Qué típico.

Hace bastante que no tengo nada que decir, no sé si porque ya no estás o porque llevas aquí demasiado. Siempre ha sido difícil para mí. O fácil, quién sabe. A lo mejor todo es relativo y yo no te miro a escondidas y tú no ignoras mis sonrisas. A veces prefiero pensar que mis sueños son la realidad, porque soñar contigo ya es costumbre. Y no, no tengo pensado dejar de hacerlo. No como tú, que has perdido la mala costumbre de despertar a los pies de mi cama. Parece mentira, a veces me siento en la cama mirando al escritorio y todavía te veo sentado encima de la mesa, sonriendo con esa cara de malo que te gastabas conmigo, con esa mirada que ahora se te pierde entre las piernas de cualquier otra.
He hempezado sin saber qué decía y he acabado hablando de ti. Qué típico de mí.

martes, 9 de septiembre de 2014

Lunas y escaleras.

Soñaba con lunas y escaleras. Quizá es que quería llegar alto y alguien como yo que, por el contrario, solo soñaba con el sol, se lo impedía.
Quizá es que el sol me recordaba al calor que me daba los fríos meses de invierno.
A veces pienso que eramos tan distintos que lo que nos mantenía juntos era no ser iguales. Exacto, como la luna y el sol. Sabes que siempre están unidos aunque nunca están juntos.

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Para qué?

Sigo intentando escribir sobre rosas, mariposas, miradas y sonrisas, pero la verdad que no me quedan polvos de hada que dejen volar mi imaginación. ¿Para qué? Doce rosas rojas por cada una de tus mentiras. Imagínate, podría montar una floristería para todas las parejas que andan agarradas de la mano por la ciudad. Sin embargo, creo que no podría soportar su olor, me ahogaría. Me huelen a besos y caricias, y me dan arcadas. Suficiente tuve con vomitar todas las mariposas que tenía en el estómago, todavía me revuelve pensar como las fuiste matando poco a poco. Tus mentiras me siguen sabiendo a insecticida. Y hablar de miradas o sonrisas, ¿para qué? ¿Para pensar en cómo se las dedicas a otras? Soy tonta, pero no masoca. Prefiero hablar sobre lo oscura que está mi habitación, de la soledad de mis canciones o el frío que hace sin tus besos de buenos días, o buenas noches. Así, por lo menos, hablo de la realidad, ya viví demasiado tiempo creyéndome tus fantasías.

domingo, 27 de julio de 2014

Peros, peros y mas peros.

"Así que... vamos a ver si lo he entendido. Te gusta, pero no estás seguro de si quieres estar con ella, pero te gusta lo suficiente como para tener sexo con ella, pero no estás seguro de si quieres que seáis algo más que amigos, pero quieres que piense en ti como su novio, pero te gusta estar soltero, pero no quieres que nadie más pueda estar con ella, pero tu si puedes tontear con otras chicas, pero te pones celoso cuando otros chicos hablan con ella, quieres hablar con ella todo el día pero no lo haces, pero quieres que ella solo te preste atención sólo a ti, pero piensas que es pesada cuando te habla, pero no te gusta que hable con otros, por todavía no quieres estar atado, pero quieres que actúe como si ella fuese tu chica, pero no quieres meterte en una relación, pero quieres que te sea fiel sólo a ti, pero ahora sólo quieres divertirte, pero quieres que ella te quiera, pero no está listo para comprometerte solo con ella, ¿no?"

miércoles, 23 de julio de 2014

Basura express.

Hemos perdido el cara a cara. Hemos perdido el saber apreciar una mirada o una sonrisa. Ya no sabemos lo que son unos ojos que neceistan ayuda o unos ojos pidiendo un beso a gritos. No sabemos leer unos labios diciendo "te quiero" y tampoco entendemos las lágrimas de impotencia o rabia. Nos centramos en un triste mensaje de buenos días, en un "en linea" que, si no es para ti, es para cualquier otro por el que te está cambiando. Discutimos horas y horas frente a una pantalla sin echar de menos poder pararlo todo con un beso suave, dulce. Publicamos nuestras lágrimas en una red social en vez de dejarselas ver a los demás. Dependemos de me gustas en Instagram, FAVs en Twitter y de quién habla primero a quién en Whatsapp. Nos olvidamos de las personas, de los sentimientos, de que cuando nos tenemos cerca todo es diferente, fácil. También de que las reacciones nos ayudan a entender las cosas. Parece que ya no creemos en cómo nos sentimos cuando nos rozan la piel y que todo eso se puede sustituir por un "Buenas noches princesa". Nos conformamos con tener a alguien que nos escriba cuatro mentiras a través de un teléfono móvil. Sonreimos a una pantalla cuando en realidad lo que queremos es que la persona que está al otro lado de ella nos vea sonreír. Se nos olvidan los nervios, la incertidumbre de saber si aparecerá o no, la tensión de tener al lado a alguien a quien quieres tener incluso más cerca. Nos dedicamos a dejar caer indirectas en vez de ser claros y decir lo que sentimos, sin rodeos, sin miedo a lo que pensamos o, simplemente, a lo que piensen los demás. Se nos olvida que somos personas que necesitan sentir a otras personas.

jueves, 26 de junio de 2014

Detalles.

Os encantan esas dos palabras tan fáciles de pronunciar, las que en esta sociedad dice cualquiera al primero se cruza en su camino o se para a preguntar la hora. Esas dos palabras que ya no significan lo que eran. Las que esconden mentiras y la solución más fácil a cualquier problema.
Yo soy más de detalles de los que nadie se da cuenta. De esos que quedan entre las sábanas de la cama, en la intimidad, en la vuelta de la esquina donde no se nos ve o en cómo me agarras de la mano en una calle abarrotada de gente cuando los demás no nos prestan atención. De esos abrazos inesperados, de esos besos dulces que te despiertan de la siesta o las llamadas de teléfono a las tres de la mañana para unas buenas noches sumidas en la oscuridad. Esos detalles que no se fuerzan, que son tan simples como respirar. Esos detalles que demuestran mucho más que un puñado de letras.
Detalles como esas miradas de las que se te clavan dentro, de las que, igual que te calman, te aceleran el corazón en cero coma. Miradas de las que hablan y te dicen que no te vayas o que que guapa estas. Miradas que te desnudan, te dan la vida o te matan. Esas miradas que te llevan a llorar o, en el mejor de los casos, a sonreír.
Esas sonrisas de "¡Qué alegría verte!" o "No te imaginas cuanto te he echado de menos". Sonrisas pícaras de las de acercate hasta que estemos incluso demasiado juntos. Sonrisas que te hacen sonreír. Esas sonrisas que te lían sin saber cómo ni por qué. Esas sonrisas que te hacen suspirar. Y bueno.. Esos suspiros.. La de sentimientos y pensamientos que guardan los suspiros, tan sencillos..
Aún así, mis favoritos siguen siendo los silencios. Esos silencios que tanto dicen, esos silencios que no se callan las ganas, que te delatan cuando más necesitas que
nadie se entere de lo que de verdad se te pasa por la cabeza. El silencio de las lágrimas, de los abrazos y el mejor de todos, el silencio de los besos. El silencio que rompe las noches de a dos en una cama de noventa. El mismo silencio que nos rompe a nosotros.

domingo, 22 de junio de 2014

Sábado de Barbies.

Anochece y me he dado cuenta de que se me ha pasado la tarde entre películas, series, siestas y un libro extraño. Aún así, creo que no me he enterado de nada. Por lo menos de nada interesante. Hace frío en el jardín, aire, sobre todo hace aire. Se nota en el agua de la piscina y en el sonido que hace al colarse entre las hojas de los árboles. Me arde la cara por culpa del sol y la cabeza me duele de no saber en qué pensar. Quizá sea que pienso en demasiadas cosas... Ya casi no hay luz pero no me apetece entrar en casa, estoy cansada de las cuatro paredes moradas que componen mi habitación, de los osos de peluche, las cintas de video y, más que nada, de las barbies. Siempre he odiado a esas Barbies rubias de pelo largo, ojos azules y labios rosas, acompañadas de sus Kens... Siempre perfectas, demasiado perfectas. También aborrezco el olor a cerrado de todo el día. Es curioso, echo en falta el olor a humedad de un día de tormenta de verano. Sin embargo, lo que más me apetece de estar fuera, en el jardín, es la oscuridad, la tranquilidad que me provoca que la única luz que haya sea la de la luna y la de cuatro bombillas anaranjadas repartidas alrededor de la casa. Estar fuera, sola, con la música a un volúmen tan sumamente bajo que casi la tapa el aleteo de los pájaros (o los murciélagos) me ayuda a no pensar más. Esto es un desastre, ni principio ni final, ni siquiera el más mínimo sentido... Quizá sea demasiado quejica, pero bueno, forma parte de mi esencia.

martes, 17 de junio de 2014

Después

El día de hoy no podía acabar de otra manera: lectura, medio litro de helado de Cookie Dough, lápiz y papel.
Después de oír a Chuck pedirle perdón a Blair, después de oirle decir que lo siente por no haber sido capaz de esperarla, de decirla que la quería y de luchar por los dos. Después de una canción triste y una tarde sin ti. Después de muchas dudas sobre qué hacer, qué decir o qué sentir. Después de muchas discusiones. Después del miedo. Después de la incertidumbre de no saber cómo seguir. Después de lágrimas al ritmo del disco de Coldplay que gira por quinta vez dentro de mi cadena de música en modo repetición. Después de una ducha de agua fría y después de las pesadillas de una siesta de la que he despertado esperando que estuvieras a mi lado. Después de haberme quemado la cara por salir al sol a saber si tengo lo que de verdad quiero. Después de tus preguntas, las mismas que hacen que me cuestione las mías. Después de la falta que me haces. De recordar aquel que canta "Después de ti no hay más" sí, también después de eso. Después de no saber si lo que hago está bien o mal. Después de no saber si eres tú o soy yo. Después de todo eso tan típico que tanto odio, incluso después de las borderías. Después de mis excusas, mis explicaciones y mis inseguridades. Después de darme cuenta de que estoy otra vez aquí, escribiendo algo que sé que no me va a gustar, como no me gustan otras tantas cosas últimamente. Después de saber que no he dicho nada de lo que en realidad quería decir. Después de confirmar que no me atrevo. Después de descubrir que no sé cómo terminar porque, en realidad, ni siquiera sé si quiero ponerle un punto final...

viernes, 16 de mayo de 2014

¿Sabes...?

Si, eso dicen, que cuanto más ilusión tienes por algo más grande es la decepción. Dicen que cuando vives en una decepción continua tienes miedo y dicen que el miedo nunca te deja volver a alcanzar la ilusión. Dicen que las heridas duelen y, como eso, dicen mil cosas malas más. Lo que no dicen es que una vez alguien se enfrentó al miedo y lo venció. Lo que tampoco cuentan es que las cicatrices se las lleva el tiempo pero que las sonrisas no se borran, que quedan grabadas en el corazón. No cuentan que si piensas en una sola vez que hayas sonreído, sin quererlo, sonríes. Y... ¿Sabes lo que tampoco cuentan? Que con tu sonrisa, a alguien, en alguna parte del mundo, se le ilumina el día.