lunes, 12 de diciembre de 2016

Domingos de vuelta.

Un mal domingo, niebla y lluvia.
Copiloto en un viaje oscuro de 248 kilómetros. 2h y 15min con suerte de no encontrar atasco.
15 días para volver. 15 días para Navidad.
Todo ha cambiado.
Quizá y ano habito la misma piel o quizá sean los demás los que se han transformado.
También puede ser que simplemente hayamos madurado y veamos con otros ojos.
Ahora calor es hogar, un café en buena compañía, el roce d otra piel en un polvo acelerado.
Y es que ¿quién se negaría al calor en mitad de un frío diciembre al que ni siquiera ha llegado el invierno?
Pero el frío cala. Y no me refiero a los -3 ºC que hay fuera, en la autovía.
El frío que yo digo es, más bien, de distancia y falta de compasión, empatía o compañía. Frío de soledad, decepción y ausencia de esperanza.
Y es que ya tú y yo ya no somos nosotros.
Y es que ya no hay un motivo por el que coger una pistola y empezar una guerra contra el mundo.
Y es que ya no nos entendemos cuando nos miramos. O, más bien, ni siquiera lo hacemos.
Y es que ya no quiero saber nada de si lo que hago está bien o mal o regular. O de cómo opina la gente que lo hago.
Y es que ya solo quiero pasear por Gran Vía, pisar el kilómetro 0 en la Puerta del Sol, disfrutar de las luces de la Plaza Mayor y reír en Cortilandia.
Ya solo quiero un buenos días con una sonrisa, un cucurucho de castañas asadas y un trocito de turrón de Suchard.
Sin embargo, mañana a las 7:43 volverá a sonar el despertador, golpeará otra vez la realidad y el tiempo seguirá corriendo a la velocidad de la luz.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Días y días.

Hay días en que te levantas sintiendo que tienes el mundo a tus pies, días en los que todo te sale perfecto, días redondos. Pero, sin embargo, hay días de promesas incumplidas, hay días de olvido, días de soledad, e incluso días para echar de menos. Tan pronto como una mañana estás tan arriba que sobre tu sonrisa no ejerce la gravedad, de repente te levantas de la siesta tan hundida que la presión no deja a tu cara triste levantarse. Dicen que la felicidad solo depende de uno mismo, pero lo que no dicen, y para mí lo más importante, lo que yo creo, es que el dolor sí depende de los demás. Gente que desaparece sin ninguna explicación, mentiras, puñaladas por la espalda, traiciones... En cualquier caso, hace poco me han hecho una pregunta curiosa: ¿Qué es mejor, sentir dolor o no sentir nada? Estuve reflexionando, intentando ver que era lo más coherente o lo más racional... Aunque en realidad, no creo que haya nada de lógica en los sentimientos. La verdad que tengo mis dudas, es horrible sentirte vacío, no tener nada que te recuerde que eres humano, pero luego pienso en que todo cansa, y que sufrir no es una excepción... Y bueno, los días siguen pasando, el reloj no deja de correr, ni las lágrimas de brotar. Aún así, el mundo no ha parado todavía por nadie, y tampoco creo que yo vaya a ser la primera por la que lo haga. Seguiré con mis preguntas sin respuesta, seguiré creyéndome vuestras mentiras, llorando por quien seguramente no se lo merce y confiando en quien no debería... Seguiré con todos mis errores y mis fracasos, pero seguiré igual que sigue latiendo mi corazón. [Se supone que todos los cuentos tienen un desenlace, pero como esto es la realidad y para mi es y va a continuar siendo así, no puedo poner punto final.]