lunes, 11 de mayo de 2015

Nunca.

Nunca se me dieron bien las metáforas o hipérboles, en realidad tampoco me llegué a aprender sus definiciones. Tampoco sé expresar cómo me siento o controlar mis emociones. No me gustó nunca sentirme atada, ni llorar, ni tragarme los problemas (aunque sea lo único que sepa hacer); pero hoy me siento libre. Libre como cuando abres la ventana de casa un día de lluvia y huele a tierra mojada o cuando te ríes y te empieza a doler la barriga o esos días que hace mucho calor y te metes debajo de la ducha con el agua muy muy fría. Quizá no esté en mi mejor momento o quizá sólo piense que no lo estoy, pero sienta bien respirar hondo sabiendo que nada te oprime el pecho. Nunca me gustó demasiado el rosa, pero tampoco me sienta bien el negro. Creo que soy mucho más de rojo: apasionada, fuerte y segura. Y también creo que todo se puede restaurar, pero para empezar mi reconstrucción primero hay que completar la tarea más difícil: encontrarme a mi misma, otra vez.

sábado, 2 de mayo de 2015

13 capítulos mal escritos.

Reescribiría nuestra historia, pero hace tiempo que no tengo ni voz ni voto en lo que ocurre contigo y conmigo: y no, no me refiero a nosotros porque esa palabra no existió nunca entre tú y yo. Es más, en realidad creo que eliminaría los trece capítulos del libro de mi vida que llevan tu nombre. Arrancaría todas y cada una de esas páginas que tienen las palabras corridas de llorar sobre la tinta y no me daría ninguna pena borrar todas las ilusiones escritas entre líneas. Sigo queriendo despertar de la pesadilla en que has convertido mis días y amanecer en mi cama, con el calor del sol entrando por mi ventana; poder por fin dejar atrás estas sábanas frías a las que me tienes anclada. Llenar el vacío que dejaste desde que te fuiste, aunque en realidad sigas clavándole flechas a mi corazón para asegurarte de que le quedan cicatrices con tu nombre.